viernes, 17 de agosto de 2012

Bienvenidos al Reino

Bienvenidos al Reino es una obra de teatro punzante con una premisa simple: adoptamos como propias y sin digerir las ideas de otros. Cuando adoptamos los miedos se convierten en supersticiones. Cuando adoptamos las creencias se convierten en religión. Y cuando finalmente combinamos los miedos y las creencias se genera el caldo de cultivo ideal para las infecciosas iglesias —que aunque digan los contrario—, siempre son con fines de lucro.
En el caso de esta obra, actuada por Augusto Granados y dirigida por Luis Aponte Mariscal, del dramaturgo Hiram Molina, las creencias e historias son tomadas patéticamente de la televisión. Pero lo más patético es que nosotros hacemos lo mismo cuando aceptamos por ciertas las creencias del Otro, sin mirar hacia dentro, sin abrir nuestra propia conciencia e intuición, sin creer en nuestro Dios interior.
El monólogo pone el dedo en la llaga cuando trata sobre nuestras limitaciones —tanto autoimpuestas como impuestas desde el exterior— al desarrollo personal y espiritual.
En un momento de la obra me perdí en las referencias a caricaturas y a tantos personajes de Dragon Ball Z que no vi (confieso que yo soy más de la época de Ultraman y de la Señorita Cometa), pero el sacerdote lo va aclarando y nos cuenta la historia y nos revela las claves de su teoría conspiradora. Inventa a su Dios de la misma manera que lo hacemos nosotros cuando hemos sufrido el trauma de la separación primordial.

La obra se desarrolla dentro de un templo donde los espectadores somos la feligresía. Y en ese primer acomodo está la primera de las críticas sutiles: no hay gran diferencia entre creyentes y espectadores. La pasividad y el hambre son indispensables.
Hay una referencia directa e indirecta a todos los vicios de la iglesia institucionalizada y de sus sacerdotes. Pero también, una crítica a nosotros. La televisión como altar, como profeta, como maestro, como conformadora de nuestras aspiraciones "más elevadas" en la vida.
El sacerdote Juan Ramiro Puente de Dios, con una vestimenta que nos recuerda a El Principito pero en colores primarios, casi listo para ser impreso en offset, nos lleva de la risa a la repulsión y de ahí a la ternura y compasión. Me lo imagino en RGB como los puntitos que conforman las imágenes de las televisiones. Les presentamos la primera iglesia totalmente digitalizada. En alta definición y 3D. Y si se descuida usted, el sacerdote le da su 4D por su debilidad más desguarnecida.
Imagínese a Homero Simpson como profeta. No es de extrañar que uno de los personajes más citados por los gringos sea este ictérico personaje.
Recomiendo esta obra, no dejen de verla.

Otros comentarios sobre este monólogo en:
Reportaje en el periódico La Crónica
Entrevista en radio.

Bienvenidos al Reino se presenta todos los jueves a las 20:30 horas en el teatro La Capilla. Madrid 13, Col. Coyoacán. Hasta el 29 de septiembre.